sábado, 24 de mayo de 2008

Silenciosa espera

Mañana, que sabrá el mañana de esta ingrata soledad, En tus ojos es que me encuentro y tus ojos no están. Si no vienes y el tiempo consume tu recuerdo, Aquella cita que no fue. Porque te esperaba en el rincón de los sueños, Allí donde puedes ser la panacea de mi alma… Y solo pude ver espectros, de una melancolía fría. Comencé a esperarte, Resguardando risas, Amparando besos, Se aproxima la locura de no tenerte, Me consume la paranoia de perderte… Y la espera se hace eterna, Ya van demasiados veranos y tantos otoños… Se cansan mis mentiras de engañarme, Claudican las últimas esperanzas. No pretendo llorarte, No sepultare tu ausencia, Simplemente la dejare abandonada al estrepitoso devenir del día. Comencé a alejarme y tu que no llegas, He secuestrado tus ojos para usarlos de espejo… Como fetiche de una nómada caricia. Mañana que sabrá el mañana del dolor que siento hoy, Mañana es demasiado pronto para desperdiciarlo en tu espera. Mañana es un nuevo amanecer y se que no estarás. Esperare el alba del nuevo día antes de la primera lágrima… No la dejare precipitarse como mortaja de un amor que no fue, Le impediré un abandono precoz. Mañana es demasiado bello para encontrarlo llorando.

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