martes, 3 de junio de 2008

Olvidos y Recuerdos


Ella va caminado por una vereda poco transitada, portafolio en mano, bufanda, tacos y los últimos pensamientos vagos sobre la clase que acaba de terminar…hace años que había tomado el papel de docente en el aula para dejar de ser la alumna, hace mucho tiempo que el Derecho se había convertido en una profesión para la docencia. La tarde se presenta triste ante sus ojos, las baldosas se resquebrajan bajo sus pies y las hojas del otoño sirven de colchón para sus pasos; el sol comienza a partir, ella va con sus pasos lentos, fugándose a un cúmulo de recuerdos, de su mirada se desprende cierta melancolía y algo de nostalgia.
Juan había partido hace demasiado tiempo, aún recuerda esa tarde que sin previo aviso el junto sus cosas. Ella había llegado de la facultad y ahí estaba él, junto a sus maletas cerca de la puerta y al verla simplemente pronuncio un par de palabras que ella no supo entender. –Me marcho- dijo él, con una voz segura- este sitio ya no es para mi, no llores prometo llamarte cuando encuentre el lugar que el lugar que me esta esperando.
¡No llores!, todavía resonaban esas dos palabras en los oídos de Aldana, ¡no llores! Pero que infamia! ¿Qué esperaba? Que tras su partida sin aviso, sin peleas, sin gritos desesperados, sin llantos histéricos, ella permanezca muda, inmóvil, fría; así fue durante los primeros minutos de su ausencia, un beso en la mejilla y su silueta borrándose tras la puerta fue lo último que supo de él. Ella solo alcanzo a decir “aquí te esperare por siempre”[1].
Habían pasado demasiados años desde aquella tarde, todo había cambiado hace mucho tiempo, ella ya no era la misma y en su nostalgia sabía muy bien que el tampoco. La ciudad comenzaba a tornarse oscura y los últimos días de mayo anunciaban la llegada de un nuevo invierno, mientras ella seguía caminado sin rumbo, sobre sus pies pesaban los pasos andados en aquellos días, desde la partida de Juan se sucedieron varias historias: la marca imborrable que dejo en su cuerpo el desamor y la cobardía para seguir adelante sola; el viaje a Europa como siempre habían añorado los dos, pero fue Europa en invierno sin él lo que ella conoció; varios amores del cual surgió Martín. Martín era un reconocido arquitecto, dulce, comprensivo, protector y tantas otras cosas que ella no sabe; se conocieron con Aldana en una cena de amigos, la historia fue apresurada como también el casamiento. Hacia cuatro años de este suceso y al contrario de lo que esperaba ese matrimonio era la causa de sus mayores soledades, solo ahora podía darse cuenta que hace ya 4 años que compartía sus noches con un perfecto extraño. Sin más que el frío en sus manos y el portafolio que comenzaba a pesar, ella decidió ir al bar.
Él esta sentado en el café, haciendo tiempo sin saber bien para que, hace 5 minutos que espera el cortado, recuerda cuanto le gustaban los cortados de este café al cual hacia tiempo no concurría. En su rostro se ve que su edad ronda los 35años más o menos, sin embargo su mirada revela muchos más. Ojeando un viejo diario queda sumido en intoxicantes recuerdos que trae a su memoria la imagen de una pareja. Parece ayer cuando en los pasillos de la facultad de Derecho la había visto, él esperaba junto a unos pocos compañeros rendir su última materia, recuerda que a pasar de los nervios se acerco a hablarle, -Te ofrezco un café y casarte conmigo si apruebo esta mesa- dijo el con un tono de voz muy serio, ella río sin comprender nada y él volvió a insistir, bueno dijo ella y todos alrededor lo quedaron mirando como si ambos estuvieran locos. Fue así que se conocieron, el rindió bien y ella no tubo otra opción que aceptar el café, el casamiento nunca llego por razones que recién hoy puede reprocharse a si mismo[2].
De golpe vuelve en si y ve la taza vacía, sin darse cuenta tomó el cortado sin percatarse de ello, ni siquiera recuerda el momento en el que el mozo le trajo la taza; recién pudo ver que el reloj había consumido los últimos minutos de la tarde, recién pudo ver que el tiempo se había robado sus horas, que había transformado su imagen. Era en este momento que él podía ver que los años habían hecho de él una simple maquina que se movía al ritmo de la sociedad; quiere recordar al muchacho que había salido una tarde en busca de sus sueños, el mismo muchacho que tiempo después encontró un puesto jerárquico en un banco y con los meses una esposa, que hoy reclamaba hijos que el no sabe si quiere tenerlos.
Son demasiados los pensamientos que le invaden, es demasiado el tiempo que ha pasado; ahora es cuando comienza arrepentirse de la cita, pero al fin toma valentía paga la cuenta y traviesa la ciudad en busca del viejo bar.
Entra y toma asiento en la misma mesa que hace 10 años, le pide al mozo un café y cierto miedo lo invade, ¿sí no la reconoce? ¿sí no acude a la cita?.
Juan recuerda que ella antes que el partiera, prometió esperarlo por siempre y que él también había hecho su promesa de llamarla apenas encuentre su lugar.
Por alguna razón èl no llamo y ella con el tiempo dejo de esperarlo y comenzó una vida sin él.[3]
Hoy muchos años después se volverían a encontrar, en el mismo bar, en la misma mesa pero ya muy distintos los dos.
De pronto ella apareció tras la puerta, se veía casi tan igual que ayer, la misma risa la misma lágrima contenida, lentamente se fue acercando a la mesa y tomo asiento, lo saludo con un cálido pero rápido abrazo.
Él se veía tan distintos a los ojos de ella, no era el adolescente que partió sin razón, se podía distinguir que su rostro estaba corroído por el filo de una navaja abría estado buscando recuperar aquel rostro de hombre adolescente; se podía ver en su mirada más nostalgias que las esperadas y una luz de alegría por tenerla nuevamente frente a él.
Aldana ya no era la tímida adolescente y Juan lo pudo ver, en sus manos se podía ver que tras el frío de la noche, estas parecían marchitas. Sus manos podían hablar de su historia, en las muñecas él pudo distinguir que algo malo había pasado; Juan tomo las muñecas en sus manos y acaricio la cicatriz suavemente, antes que él pregunte ella dijo:- no dolió, fue una leve sensación de hastío que me invadió al tiempo de tu partida. Él sintió una culpa inmensa desprenderse de su cuerpo y una lágrima entrometida corrió por su rostro.
Ella continuo y le contó de su vida, de Martín, del apresurado casamiento, de las soledades, de su profesión y los viajes que le permitió realizar. El también comenzó hablar de su historia de sus viajes, de un matrimonio poco feliz, del tiempo que dedico a olvidar y un olvido que nunca llego.
Ella no pregunto porque no llamo y él no menciono la promesa de esperarlo por siempre.
Los dos sin decirlo, aún hoy, a pesar de los rostros resecos por el tiempo, se reconocían: en sus ojos, podían ver los días en los que se amaron, podían ver aquellos adolescentes que buscaban felicidad en otros lugares, sin saber que estaba frente a ellos.
El solo atino a preguntar porque ella no dijo nada y dejo que se marche y ella respondió que eran muy jóvenes para abandonar sus sueños, que eran muy jóvenes para atarse a un mañana tan incierto. Ella dijo que solo hoy podía ver que ese amor nunca había quedado olvidado, que hoy entendía porque Martín le parecía un perfecto extraño.
El la miró, apretó fuertemente sus manos con las de ella y pronunció un te amo, ella se acerco y acarició los labios de él.
Aldana sabía que aquella historia nunca había concluido, que siempre había quedado abierta a un mañana; pero también comprendía que el extraño que la acompañaba en la rutina diaria, el que la acompañaba cada noche en su lecho no era el provocador de esas soledades. Martín en estos 4 años fue el compañero que no pregunto, que simplemente se sentaba a su lado cuando ella sin razón prefería callar, era Martín el extraño que prefirió quedarse a su lado aún sabiendo que ella nunca lo amaría con el alma, era él quien consolaba sus los llantos que aparecían sin alguna razón; Juan en cambio era el fantasma que vino del pasado, él mismo que ella por tantos años busco olvidar, Juan aparecía ahora de la nada, un simple llamado hace 2 días y la invitación a este café, era Juan que aparecía del mismo modo que se marcho, venía aún sabiendo que estaba atado a alguien al igual que ella. Juan para decepción de ella seguía siendo el mismo egoísta que no pensaba en que alguien estaba esperando por él, lanzaba un “Te Amo” sin pensar en las consecuencias de ello.
Ella en este momento se sentía una tonta, estaba aquí frente a un hombre que la había abandonado, estaba frente a él esperando que milagrosamente el tiempo enmiende este odio que le provocaba su presencia. Fue recién entonces que Aldana se acerco, lo miro intensamente, teniendo entre sus manos las de él, ninguno podía soportar el dolor de los últimos años, ambos se sostenían la mirada entre lágrimas; mientras él le acariciaba el rostro, ella se fue acercando. Se enredo en un beso, beso estos labios del hombre que estaba frente a ella, buscaba al adolescente que la dejó, intentaba permanecer en un instante que se congele por la eternidad…se aparto lo miró un largo instante, de su boca se desprendieron un par de palabras que él no pudo entender; lentamente ella se levanto agarró el portafolio y se marcho tras la puerta, en casa la esperaba Martín y una vida construida con demasiado esfuerzo[4].
[1] Son en los momentos de adiós sin previo aviso que uno promete tantas cosas, Aldana en esos tiempos aún no comprendía que siempre era demasiado tiempo.
[2] El nunca hubiera imaginado que el día más importante en los últimos 5 años los compartiría con una perfecta desconocida, que llego a él con su risa, que tocó su alma con las palabras. A veces los hombres tiene impulsos que con los años se vuelven inexplicables.
[3] Eran tan jóvenes para atarse a la eternidad que ambos prefirieron olvidar.
[4] Creemos que el olvido llegará que mañana solo un recuerdo será. De Algún modo intentamos que el pasado permanezca allí, lejos. Cuando alguien vuelve de allí nos damos cuenta que nunca lo olvidamos, que su fantasma siempre estuvo presente, porque el corazón nunca olvida a quien amo de verdad.

1 comentario:

Maruh dijo...

me gusto mucho, me recordo justamente a algo que lei anoche de saramago, que decia que la gente en las fotos viejas ya estaba 'muerta', que la niña que nos puede mirar desde una foto hoy ya es una mujer, esa niña ya no existe...

el tema de engancharse con alguien y que ese alguien sea solo un recuerdo y hoy ya sea diferente o una version evolucionada de lo que fue (evolucianadas las virtudes y los defectos), lo siento en carne propia; y es asi con cualquier persona en cualquier relación, el tiempo nos condiciona y modifica...


me gusto, la verdad muy linda t manera de narrar y detallar cosas.

:)